cierro los ojos, escapo
La vida se vuelve inerte,
Se oye en las esquinas algún último aliento.
Ya pocos me hacen daño,
sigo llorando y sufriendo,
pero soy fuerte,
más aun si tú estás.
Ya pocos pueden conmigo,
son menos los que quedan.
Recorro erguido un camino,
fiel a mis acompañantes,
esos que llorarían por mi,
y por los que yo gaste,
sabiamente, mil y pico lagrimas.
Por que la mayor obligación que me impone mi ser es no abandonarme nunca, ni hacerlo a aquellos que siguieron conmigo. Sigo buscando paz, en alguna parte de este mundo.
David.
No hay comentarios:
Publicar un comentario